CAPACITACION

CAPACITACION (7)

  • Nuestra propuesta es que en esta sección las Cooperadoras puedan encontrar textos y propuestas de distintas cuestiones que hacen a su actividad.
  • No intentamos generar o transmitir exclusivamente textos complejos o de alto nivel -que seguramente encontrará- sino además ideas breves o puntuales para que puedan ser aplicadas rápidamente.
  • Le agradeceremos a todos quienes puedan enviarnos materiales para socializar con el conjunto.

Herramientas de Mediación en la vida escolar, para adultos

El tema de la mediación en al escuela no es nuevo. En general está visto como herramienta para las relaciones entre alumnos, o de ellos con sus docentes. La propuesta de la Federación de Cooperadoras escolares del Depto. de Rosario en la Pcia de Santa Fe es incorporar esta herramienta para mejorar los vínculos entre adultos.
Todo el tiempo, todos los días,  de todas las jurisdiccciones nos llegan las descripciones de conflictos con los Directivos en general o con otros  pares. No decimos nada nuevo. Cada lector de este sitio sabe de qué hablamos (sugerimos lectura de esta nota) . Por eso nos pareció más que oportuno la reproducción del taller coordinado por Verónica Haubenreich, de la Mesa Ejecutiva de la Federación.

El trabajo en equipo

  • Breve síntesis de la Exposición ofrecida por Carlos Zorzoli durante el Encuentro de Cooperadores Escolares de San Fernando en el marco de los festejos por el 200 aniversario de su fundación

Ideas para compartir

ALGUNAS IDEAS PARA COMPARTIR
 
Tanto entre los docentes como entre los padres y otras entidades vinculadas a la educación se apela cotidianamente a la idea de "comunidad".  Cuando desde el ámbito de la escuela se habla de comunidad  se hace referencia al afuera, al contexto inmediato con el cual se relaciona la institución 
Pero, hablar de "comunidad educativa",  remite a otra idea:

refiere a todos aquellos actores individuales o colectivos involucrados en el quehacer educativo de un establecimiento, desde distintos lugares.  Esto suele traer un sinnúmero de malentendidos, controversias o conflictos. 
Sin embargo, en la situación actual, resulta imposible pensar la  escuela y la educación sin reflexionar acerca de la complejidad de estas alusiones. 
Es por ello que interesa compartir brevemente algunas ideas para orientar estas reflexiones.
 
La Escuela hoy
La escuela es una institución social-histórica cuya función específica es la formación humana y la transmisión de conocimientos. Podemos reconocer en ella algunas características centrales que la diferencian de otras instituciones sociales y la identifican frente al conjunto, por ejemplo:  un espacio-tiempo destinado expresamente a la educación, la presencia de sujetos, los niños y adolescentes, que son los protagonistas del proceso educativo; profesionales encargados de enseñar: los docentes; formas de organización que varían según el nivel.  Sin embargo, estas características asumen formas particulares según el contexto social y cultural concreto y el tiempo histórico en que se inscribe.  Así, podemos decir que no es igual una escuela de principios de siglo que una de nuestros días, y que un establecimiento rural presenta diferencias respecto de uno situado en una gran ciudad.  Pero, además, cada escuela en sí misma es muy diferente de otras, es "singular" ya que es producto de una historia propia, construida por los sujetos concretos:  alumnos, docentes, padres, vecinos que han participado de su vida institucional desde su creación a la actualidad.  Podemos decir que "cada escuela es un mundo" y dentro de la misma hay ideas, valores, formas de actuar, de pensar, de sentir que le son propias.  Por eso cuando un niño se cambia de escuela, tanto él como sus padres deben adaptarse a las formas diversas en que esa escuela encara su tarea y vive la cotidianeidad.  A veces, cuando los docentes pasan a desempeñarse a un establecimiento en el que no habían estado, sienten que deben darse un tiempo para aprender como se trabaja allí, cuales son las reglas, etc. 
Esto nos invita a reflexionar acerca del papel fundamental que cumple cada uno de nosotros en la construcción de ese "mundo" y el modo en que, de acuerdo a cómo se encare la vida diaria, las relaciones y la tarea, podemos hacer de este "mundo" un lugar acogedor para educarse y crecer, o por el contrario convertirlo en un espacio hostil que no permita desarrollar las potencialidades de los chicos. 
La escuela de hoy, por otra parte está atravesada por la multiplicidad de problemáticas que plantea el mundo actual y especialmente la situación de nuestro país.  Junto a los desafíos que supone el desarrollo del conocimiento y las tecnologías, debe enfrentar muchas veces las grandes dificultades de las familias para sobrevivir y para criar a los niños, los problemas en las relaciones humanas y las tensiones a que las personas se encuentran sometidas, por las condiciones sociales y económicas.  
Una cuestión central entonces es pensar que el sentido de la escuela está en los niños que la habitan, y que para la sociedad, resulta de vital importancia replantearse los modos en que se acoge a las nuevas generaciones y se las abriga para permitirles transitar por los procesos formativos y los aprendizajes que necesariamente requiere para llegar a configurar un proyecto de vida propio en la compleja sociedad de hoy.  
Hoy su papel social como articuladora de esfuerzos colectivos para educar a los niños, se plantea con singular fuerza y nos pone frente a fuertes interrogantes acerca de sus funciones, los contenidos de su tarea y el papel que le cabe en la formación de las nuevas generaciones.  Nos impone preguntarnos también acerca de las formas de participación que encontramos para apoyar su trabajo y los modos en que concretamente lo hacemos.  
La complejidad de estas tareas indica también que, si bien es la institución del Estado, responsable de la educación de los niños, y el centro articulador de los procesos formativos sistemáticos, no puede llevar adelante esta empresa sola o desconectada de otros agentes sociales que están directamente involucrados en la educación. 
De hecho a lo largo de su historia, la participación de los diversos actores interesados se ha ido expresando de múltiples formas y se han configurado algunas formas de organización destinadas a asumir algunas de las tareas de apoyo a la escuela y la escolarización de los niños.   Así surgieron las Cooperadoras Escolares: "organismos constituidos para cooperar en la acción social y cultural de la escuela y del niño, colaborando con el Estado para que la obra que realiza la escuela se desarrolle en forma que asegure su máxima eficiencia".  En sus orígenes fueron aliados muy importantes del Estado educador para lograr la inclusión de la mayoría de los niños y ayudar a resolver los problemas que muchas veces acarreaban las dificultades sociales.  Poco a poco, y a partir de la falta de presupuesto estatal para la cobertura de la educación, fueron tomando en sus manos tareas vinculadas al mantenimiento económico de la escuela y en la actualidad un sinnúmero de establecimientos no lograrían funcionar sin el aporte de estas organizaciones.  
Otras instancias de participación acompañaron también esta complejización de la vida escolar, tales como los clubes de madres, los centros de estudiantes, comisiones diversas.  Estas formaciones institucionales, surgidas de la actividad voluntaria, han ido conformando un nuevo marco de participación en torno a la vida escolar, que al igual que la escuela misma, asumen diversos contenidos y sentidos en cada caso.  
 
La idea de "Comunidad Educativa"

Decíamos más arriba que cuando nos referimos a la Comunidad Educativa, de algún modo aludimos al conjunto de actores involucrados en el quehacer educativo de la escuela, con distintos papeles, responsabilidades  y grados de inserción en la institución. A nuestro juicio resulta importante reflexionar en torno a este concepto a fin de despejar falsos supuestos y desentrañar sus contenidos más potentes. 
La noción de comunidad, parece indicar el predominio de lo homogéneo, la ausencia de lo diferente.  Desde esta perspectiva quedan excluidas tanto las múltiples diferencias sociales que atraviesan cualquier espacio social, como la variedad de ideas que los sujetos construyen en torno a la vida social y las formas de encararla.  Supone una cultura homogénea, desconociendo que los valores, las ideas, los modos de ver el mundo y de actuarlos son hoy, más que nunca heterogéneos.  Y parece suponer también que la experiencia de todos con respecto a la escuela es la misma y que por tanto debiéramos pensar y sentir del mismo modo con relación a la misma.   
Nada más lejos de la realidad. Los estudios sobre la sociedad y sobre la escuela muestran cada día con más fuerza, los significados diferentes que construimos con relación a la vida y sus avatares, de acuerdo al lugar y la experiencia social.  Y esto incluye también la experiencia escolar.  Es más, las expectativas que cada familia tiene respecto de la escuela, son muy diversas según su propia historia y las trayectorias educativas de sus miembros, y el futuro que avisore desde ese lugar social para los hijos. 
Es por todo lo anterior que la idea de comunidad educativa ha sido en algunos momentos cuestionada desde los estudios sociales y educativos:  porque daba por sentada la ausencia de las distancias y diferencias, y de este supuesto no es posible dar lugar a que cada uno pueda realmente expresarse y tomar parte de los espacios compartidos, desde su propia identidad.  
A nuestro modo de ver, la dificultad principal de concepto reside en que se piensa la comunidad, lo común como homogeneidad social y cultural de los actores y como punto de partida para poder llevar adelante emprendimientos compartidos.   Esta lejanía con la realidad se acentúa hoy en nuestra sociedad, dada las fuerte rupturas de los lazos sociales y las tramas de solidaridades, a que ha conducido la situación social.  Aún cuando se propone reiteradamente la necesidad de la solidaridad, en las relaciones cotidianas, encontramos más conflicto y desavenencias.  Esto no es un problema individual, sino social y constituye un producto de la caída de las redes de contención en las nos amparábamos, comenzando por el Estado mismo.  
Es necesario, entonces, replantearnos algunas cuestiones.  Este carácter de comunidad ¿es un punto de partida insoslayable?  ¿O constituye hoy, un punto de llegada siempre provisorio, al que con esfuerzo y trabajo compartido podemos aspirar, siempre y cuando desarmemos los supuestos anteriormente planteados y seamos capaces de articular las distancias y diferencias en algunos horizontes compartidos, y tal vez no por todos, para ofrecer mejores espacios de educación para los niños y adolescentes? 
Una mirada sobre la escuela de hoy, nos impone entonces la necesidad de construir nuevos lazos en torno a la contención y la formación de los niños, así como repensar las relaciones sociales entre los adultos en el espacio social local. Supone también trabajar la construcción de lazos solidarios entre los propios chicos y promover el accionar solidario en todos los espacios que se vinculan con la escuela.  Pero implica pensarlo y construirlo sobre la base un conocimiento de las tramas sociales locales y de los procesos sociales que los atraviesan, análisis y reflexiones que las diversas instituciones estamos convocadas a llevar adelante en el seno de cada uno de nuestros espacios. Llegar a compartir algunos núcleos de ideas prospectivas en torno a la educación de los chicos, un norte que nunca se alcanza, pero que sirve para aglutinar y promover lazos, integración social, teniendo siempre presente que sólo se comparte si hay reconocimiento de las diferencias, si hay respeto por el otro y los otros, y si hay un trabajo activo en torno a los problemas que le aquejan.   Es lo que podemos llamar el camino de construcción de comunidades educativas complejas. 

Diferencias, fricciones y conflictos

Las instituciones son producto del hacer humano y constituyen espacios esencialmente colectivos.   Son lugares en los que precisamente se experimentan los procesos de ligazón y conflicto, de unión y separación, de confianza y ruptura, ya que dan lugar al encuentro cotidiano con otros sujetos.  Los niños y adolescentes, no sólo pueden realizar estas experiencias en la escuela, sino que estos establecimientos les permiten transitar por esos encuentros en el marco de colectivos de pares etáreos: la infancia y la adolescencia como colectivos se conforman centralmente en la institución escuela.  De allí la profunda relevancia que encierra la inclusión escolar para los procesos de constitución subjetiva es decir para la formación de las personas y su identidad.  
Igualmente, los docentes forman parte de colectivos de trabajo que tienen por misión desarrollar la tarea educativa como producto de un conjunto institucional.  Se trata de un trabajo que se vive como fragmentado pero que  constituye un proceso articulado cuyos efectos, continuidades y rupturas inciden directamente en enseñanza y la formación. 
Los padres están relacionados con los establecimientos escolares, no por su propia causa, sino sus hijos.  Es decir cada uno, se relaciona con la escuela por ser "padre de",  pero pasa a conformar un colectivo cuando toma parte con otros, en alguna actividad o tarea relacionada con la escuela, por ejemplo las Cooperadoras Escolares. 
En todos los casos, se trata de una multiplicidad de sujetos, cada uno con su historia, sus experiencias, sus puntos de vista.  Y ello supone entonces un grado de conflictividad potencial permanente.    Por otro lado, como hemos visto cada sujeto forma parte de microespacios diferentes y por tanto ve la vida escolar y sus sucesos desde lugares, desde posiciones diferentes:  desarrolla puntos de vista que son también vistas desde un punto.   
Los grados de conflictividad que cada institución despliega, son diversos y tienen que ver con su historia y sus propias tramas internas.  Sin embargo, lo que es previsible es que las fricciones y los conflictos se expresen en la tarea diaria y que irrumpan en el seno de estos intentos por construir lo colectivo, por transitar el camino de constitución de comunidades educativas complejas. 
De modo que, no bastará la buena voluntad, sino que se requiere un trabajo orientado críticamente hacia la valoración de los acuerdos y la elaboración de significados compartidos, más que la aceptación de un "deber ser" a priori prescripto.
 
Espacio social local  y comunidad educativa

Como decíamos más arriba, tras la idea de comunidad suele concebirse la realidad social como un todo homogéneo. La aspiración legítima de conformar tramas de relaciones locales solidarias y contenedora para los niños, jóvenes y adultos,  a menudo se confunde con el mandato de la total identificación entre unos y otros.  En el escenario social, también es necesario reconocer cómo está conformado, cuales son sus estructuras, sus diferencias y sus desigualdades.  No es posible pensar la comunidad de aspiraciones si se desconocen, los puntos de partida de los distintos actores y los procesos sociales en que están involucrados.  Así como tampoco es posible soslayar la variedad de posiciones diferentes que cada uno  ocupa y las implicancias que esto tiene en la vida social.  
Por otra parte, las sociedades locales cuentan con instituciones forjadas en las relaciones sociales específicas que se configuran en su seno, y que por tanto son también actores colectivos  que reflejan la constitución de esa sociedad particular.  Estas organizaciones son además, piezas claves en el devenir de la vida cotidiana, y estructuran fuertemente el transcurrir de la historia local.  Es por ello que, sin estar directamente involucrados en el quehacer educativo, son interlocutores válidos e interesados en la actividad e la escuela.  No son miembros directos de estas comunidades educativas que hemos definido como complejas, pero son potenciales colaboradores en su accionar. 
 
El lugar de las cooperadoras escolares en las comunidades educativas
 
En el contexto que hemos analizado, y como actores colectivos cada vez más relevantes en la vida de la escuela encontramos a las Cooperadoras Escolares. 
Tal como dijimos antes, en el proceso de expansión y consolidación del sistema educativo en Argentina, las Cooperadoras surgen como organismos que colaboran en la tarea de lograr que todos los niños asistan a la escuela, es decir se constituyeron en fuertes soportes de la escolarización.  Su apoyatura principal consistió en ocuparse de generar condiciones de ayuda para que esta inclusión se concretara, aún  para los más postergados o los hijos de aquellas que mayores dificultades tenían.  Los contenidos de su tarea eran de contención y ayuda material, en la mayoría de los casos, pero estaban centralmente dirigidas hacia los niños.  En otros, se desarrollaban actividades tales como paseos o festivales sociales pensados para mejorar las experiencias educativas.  El aporte económico estaba más centrado en estas cuestiones que en el sostenimiento de las necesidades materiales de los establecimientos.  Fue con el deterioro del papel del Estado en la educación que comenzaron encontrarse cada vez más apremiadas por la necesidad de recaudar fondos y proveer de insumos. 
Es así como encontramos, que hay una doble vertiente en la estructuración de sus funciones: una fundante, más dirigida al bienestar del niño; otra, supletoria respecto de lo que el Estado no puede sostener. 
Un tercer elemento que se perfila en tiempo más recientes, es el que las configura en espacios de participación social para los padres, quienes no sólo se asumen como "colaboradores" sino que buscan desempeñar un papel más activo en la educación, así como encontrar en muchos casos un canal válido para expresión pública de sus propias aspiraciones sociales. 
Se trata de hilos diversos, surgidos en distintos procesos institucionales y sociales, que se entretejen en la definición del papel que estas formaciones institucionales juegan con relación a la escuela y a los distintos actores vinculados a la misma.  Se trata de tensiones y procesos divergentes que son al mismo tiempo,  fuente de enriquecimiento para la institución  y para los sujetos.
En el seno de esas tensiones, suelen surgir distintas problemáticas. A veces se dan por sentado ciertos supuestos que luego las prácticas no confirman: por ejemplo, acuerdos que resultan frágiles o inexistentes. En otras oportunidades,  se desplaza el lugar del  alumno, se lo ubica como objeto y no como sujeto de la educación restando relevancia a su protagonismo, y por tanto a la actividad que la propia cooperadora puede realizar en provecho del mismo. 
Suele también perderse de vista el para qué de esta tarea  en común que se tiene entre manos y por tanto se pierden las referencias y surgen los conflictos entre los propios miembros.   Otras no se discrimina entre los diferentes lugares desde donde se converge en ese quehacer educativo y aparecen desavenencias con docentes y directivos.  Se trata de problemas que requieren atención y estudio. 
Una cuestión relevante para incorporar al debate y la reflexión, se refiere a la necesidad de repensar colectivamente en este lugar y estas funciones, contextuando estos análisis en los procesos sociales actuales y la necesidad de fortalecer los lazos integrativos en las relaciones sociales. Tal vez la posibilidad de trabajar en este plano y contribuir a desarrollar actividades que apunten a recrear contenidos solidarios entre los mismos alumnos, constituya uno de los aportes de mayor peso  para dar a esta participación un contenido educativo y social, en el que la escuela no debe estar sola.
   
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Declaración de principios correspondiente al congreso del Centenario de la A.C.I. celebrado en 1995 en Manchester. Inglaterra.

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