Cooperación: la estrategia que se viene

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Desde hace algún tiempo, sectores e instituciones han comenzado a utilizar la cooperación para el abordaje de una serie de problemáticas: para el desarrollo regional, cooperación para el desarrollo institucional,

cooperación para el tratamiento de problemas ambientales.
Si bien esta estrategia es de interés en la jurisdicción provincial y nacional, es en las municipalidades donde la cooperación adquiere una singular importancia por varias razones.
En primer lugar, aparece como una fuerza compensadora de los desajustes provocados por la descentralización de funciones y servicios a los municipios, lo que ha generado la necesidad de coordinación ante la aparición de problemáticas en las que deben intervenir varios sectores y jurisdicciones, como es el caso de los programas de asistencia social.
Por otra parte, la globalización, la apertura de mercados, la competencia, la necesidad de crecimiento económico, ha llevado a las municipalidades a intervenir en los aspectos productivos de sus territorios sumando sus esfuerzos a los sectores de producción de bienes y servicios para integrarse en forma conjunta en un programa de desarrollo regional (producción agroindustrial, turismo, infraestructura).
También en las cuestiones ambientales aparecen problemáticas que superan las fronteras territoriales comunales y hacen necesaria una acción conjunta de varias instituciones para enfrentar desafíos comunes, tales como el tratamiento de residuos patológicos, los residuos domiciliarios, o la contaminación ambiental.
Hoy que, en general, todas las políticas públicas comprometen a los municipios en su gestión, o en su control, (sean éstas en materia de salud, seguridad, educación o economía),
la cooperación aparece como el instrumento óptimo para obtener resultados.
La cooperación no es nueva, siempre ha existido como una actividad complementaria de las instituciones, sean estatales o no estatales, cuyo desarrollo y éxito final ha estado vinculado principalmente con las relaciones interpersonales de funcionarios, empresarios, representantes gremiales, vecinales y otros actores sociales cuyas gestiones individuales culminaban en actividades conjuntas de las instituciones a las que pertenecían.
Pero de lo que se trata ahora es de la formalización de la cooperación como una estrategia permanente para el abordaje de problemáticas importantes cuyo punto de partida es que respecto de ellas es posible encontrar intereses comunes entre distintos sectores e instituciones, lo que permite dar sustentabilidad a modalidades de gestión conjunta que, además de hacer más transparente la actividad del Estado, son más económicas, participativas y exitosas.
La cooperación no resulta de una simple actitud solidaria, ni es producto de un acto voluntario con repercusiones mediáticas, requiere de un gran esfuerzo institucional, sobre todo en el caso de los municipios, que deben superar escollos político-partidarios, jurídicos y económicos para concretarla, haciendo de varias voluntades institucionales una gestión única con objetivos comunes, metodologías de trabajo consensuadas y compatibles y procedimientos de evaluación de resultados mutuamente aceptados.
Ello requiere de instrumentos jurídicos, administrativos, y aún de conducción institucional que es necesario crear, dotando al Estado de herramientas para hacer más eficiente su gestión. Convenios ajustados, nuevos organismos, procedimientos de trabajo, labor en equipo y multidisciplinaria son nuevos instrumentos para organizaciones que saben que la comunidad las evalúa no por los objetivos que persigan o el poder que tengan
sino por los resultados que logran.
La cooperación requiere animarse a diseñar una nueva administración pública que permita hacerla posible y perdurable, porque sin duda alguna es la estrategia que viene.

Licenciada Leonora Cuoghi, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNCuyo Diario Los Andes

Modificado por última vez enMartes, 10 Julio 2007 17:21

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