Comunicado de los Delegados de las Cooperadoras Escolares

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Se lo dijimos
El deterioro de los edificios de las escuelas porteñas ha superado lo imaginable. Ha ido mucho más allá de lo posible. Como madres y padres de chicos que concurren a la escuela pública nos cuesta demasiado comprender cómo se ha permitido desde el Estado llegar a este punto de abandono.
Colegios con problemas de calefacción, con riesgosas y deficientes instalaciones eléctricas, baños en mal estado, goteras en los techos, humedades en las paredes, son un pequeño resumen de una larga lista de necesidades que el Gobierno de la Ciudad no resuelve, ni tampoco quiere reconocer.
Cuando en el inicio de la gestión de Macri se aprobó la ley 2565, de Emergencia Edilicia de la Infraestructura Escolar, le advertimos al entonces ministro de Educación Narodowski y a legisladores de todos los partidos políticos, que era un error dejar sin subsidio de Mantenimiento Edilicio a las Cooperadoras escolares.

Porque las Cooperadoras, formadas por las madres y los padres de los alumnos, administraban y administran ese dinero público con responsabilidad, eficacia y eficiencia.  Porque con ingenio y con trabajo, hacen con muy poco dinero mucho más de lo que no hace el gobierno con enormes cifras.
Porque junto a los maestros están todos los días en las escuelas y se preocupan y ocupan por el bienestar de los chicos, para que  cada peso que se junta sea destinado a los chicos, llegue a los alumnos. Porque esos chicos son sus hijas e hijos que pasan muchas horas diarias en la escuela.
Por eso, los legisladores escucharon nuestra preocupación y, a mediados de 2008 corrigieron parcialmente la ley, al decidir que el subsidio de Mantenimiento Edilicio retornara a los colegios. Pero llegó mal y tarde.
En la actualidad las escuelas que reciben el subsidio de Mantenimiento perciben un 60% de la cifra que cobraron en 2007, el año anterior a la sanción de la Emergencia Edilicia y al recorte de subsidios. Y en esa comparación no estamos teniendo en cuenta la inflación, que sabemos existe.
Además, la única cuota de 2008 fue depositada bien entrado 2009, y en estos días, mediados de septiembre de 2010, recién se está empezando a tramitar la segunda de las dos cuotas correspondientes al presente año, cuando el compromiso asumido por los funcionarios del gobierno porteño fue el de girar ese poco dinero en febrero o marzo y en junio o julio, para la primera y segunda cuota respectivamente.
Pero el recorte de los subsidios no se limita a de mantenimiento. Existió, hasta la sanción de la nefasta ley de emergencia edilicia, la modalidad denominada CoDiCo (Comisión Distrital de Cooperadoras) que otorgaba fondos para ser destinados especialmente a obras menores y que era otorgados en función de las necesidades de las escuelas en cada uno de los 21 Distritos Escolares de la Ciudad a través de un mecanismo similar al del presupuesto participativo. Esa instancia de participación y debate entre padres, docentes y funcionarios, en la que se practicaba una ciudadanía responsable, ha sido eliminada por la administración Macri.
Esas partidas presupuestarias, ese dinero que hasta 2007 llegaba a las escuelas para hacer pequeñas mejoras, ¿dónde está ahora? ¿Estará en el Presupuesto General de la Ciudad?,¿Estará en los enormes carteles amarillos que anuncias obras que nunca empiezan o nunca terminan o nunca se ven más allá del propio cartel?
El dinero no llega a las escuelas pero las responsabilidades se siguen delegando hacia abajo, hacia los directivos y hacia las Cooperadoras que no cuentan con los fondos comprometidos por el gobierno.
En 2009 justificaron una parte del recorte de los subsidios de mantenimiento porque, anunciaron los funcionarios de turno que hoy ya no están,  la limpieza de los tanques de agua de las escuelas estaría a cargo del GCBA en 2010. Para eso se llamó a licitación, pero en febrero de este año, los mismos funcionarios tuvieron que pedir auxilio a las cooperadoras porque la licitación “se cayó”.  Y las cooperadoras sacaron plata de dónde no tenían y se hicieron cargo de la limpieza de los tanques porque es un riesgo para los chicos que el agua no tenga controlada su calidad y sanidad. Una vez más el Estado dijo ausente y la voluntad de los padres “sacó las papas del fuego”.
Una situación similar se ha dado con la recarga de los matafuegos. Desde el ministerio de Educación se llamó a una licitación para la recarga de todos los matafuegos de todas las escuelas porteñas. Pero esa licitación fue declarada desierta. No hubo oferentes. Y otra vez la administración Macri recurrió a las cooperadoras. Las mismas a las que trata por todos los medios de no entregarles el dinero que marca la ley. Pero además acotó el listado de empresas autorizadas a hacer el recambio a unas pocas, entra las que no figuraban la mayoría de las que habitualmente contrataban ese servicio con las escuelas. Y para restarle más transparencia a la cuestión ahora han vuelto a cambiar de idea y decidieron realizar la recarga a través de una compra directa.
Como en la carta-documento dirigida a comienzos de agosto de 2009 al entonces ministro Narodowski, hacemos responsable a las máximas autoridades educativas de la Ciudad del perjuicio ante la falta de garantías de seguridad, como asimismo de accidentes y siniestros que puedan sufrir los alumnos, personal docente y no docente, padres y terceros, producto del deterioro edilicio.
Lo que en estos días ha estado aconteciendo en muchas escuelas secundarias es una consecuencia no deseada, cuya causa se origina en el desconocimiento, la soberbia, el empecinamiento en el error, el manejo turbio del presupuesto y el preconcepto ideológico de un gobierno que, al respecto, tiene poco y nada de gestión.
En síntesis, se lo dijimos a fines de 2007, se lo repetimos en 2008, se lo volvimos decir en 2009 y se lo volvimos a repetir al nuevo staff de funcionario de Educación en 2010. Pero no quisieron o no supieron escuchar. Seguramente no pudimos hacernos entender. Vamos a intentar decirlo nuevamente, a pesar de que insisten con un oscuro plan de privatización de la tarea del mantenimiento edilicio. Las cooperadoras escolares pueden, justamente, cooperar en el mantenimiento cotidiano de los edificios escolares, y dar su opinión sobre las necesidades de obras en las escuelas de cada barrio porteño.  pero para eso hace falta que los funcionarios las quieran recibir y sepan aceptar esa colaboración.