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Córdoba: como la beca no llega, arman una cooperativa

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El Estado no envía fondos prometidos a 700 alumnos. Una escuela de Villa El Libertador se las ingenia para contenerlos igual.

Adrián tiene 17 años, casi tantos como cantidad de hermanos: 16. Su padre está desocupado, hace changas con un Rastrojero. Adrián abandonó la escuela al terminar la primaria. Intentó volver cuando lo incluyeron en el programa “Todos a estudiar”: una beca de 420 pesos anuales que paga la Provincia, con fondos de la Nación.

Pero hace un año y medio que no la cobra. Intuye que podría estar cada tarde en una esquina de Villa El Libertador, como otros conocidos del barrio, tomando cerveza o probando un porro. Pero en vez de eso eligió, de lunes a viernes, embolsar carbón, cortar leña o cuidar las plantas del vivero de la Escuela Marta Juana González.

Allí trabaja y allí es parte de una cooperativa formada por alumnos, ex alumnos y docentes que creen que nacer y vivir en una barriada llena de problemas no necesariamente los destina a rodearse de violencia, delincuencia o adicciones.

Paciencia.
El Programa Nacional de Inclusión Educativa incluye tres variantes en Córdoba: “Volver a la escuela”, “Todos a estudiar” y una alternativa para jóvenes judicializados.

Según se informa desde el Ministerio de Educación provincial, aún no se cerró la incorporación para renovar las becas de 2008, por lo que es natural que no se haya pagado nada este año. Y en relación a 2007, señalan que se pagaron 1.989 becas, pero hay 149 “en trámite de transferencia de pago” y otras 600 “en etapa de control de información”.

No está claro el porqué de la demora, teniendo en cuenta que en el Presupuesto 2007 de la Administración Nacional figura como ejecutado todo lo que se presupuestó para el rubro “Acciones para más escuela, mejor educación”, cuyo objetivo es mejorar las condiciones de infraestructura en las provincias y reforzar las políticas contra la deserción.

Este diario consultó al Ministerio de Educación de la Nación, pero no hubo respuesta.

La Escuela Marta Juana González (ex Patricias Mendocinas) debería recibir 37 de estas becas para estimular la participación de chicos en riesgo.

En el último año y medio apenas llegaron cuatro. Se deben 33. Son 33 de las 749 becas que esperan otros tantos jóvenes en toda la provincia, luego de que el Estado se las prometiera.

Un modelo.
“Mirar para otro lado no sirve”, dice Ricardo Rigonatto, un director que va y viene, habla con los chicos, saluda, gestiona y gesticula, arregla, mete las manos en la tierra para descubrir que ese día la huerta no se regó lo suficiente.

Precisamente, este último proyecto distingue desde hace años a la escuela: enclavada en una de las zonas más pobres del sur de la ciudad de Córdoba, logró integrar los contenidos curriculares con la producción de plantas, aportando a los chicos nuevos saberes y prácticas.

La semilla del vivero prendió no sólo en alumnos sino en otros que egresaron o abandonaron pero que encontraron en la escuela un espacio que los contiene, a través de esa actividad.

La falta de recursos, la necesidad de generar alternativas laborales y las becas que no llegaban fueron el cemento que moldeó la cooperativa escolar, cuya personería jurídica está en trámite.

Fue así que jóvenes, docentes, director, y gente que siempre colabora, iniciaron la actividad, que consiste en la venta de tierra negra o humus, de plantas aromáticas, de leña y carbón que se fracciona en la escuela.

Los chicos cortan, embolsan, cargan. Tienen un puesto en el CPC de Villa El Libertador, donde ofrecen sus productos. También participaron de exposiciones en la plaza San Martín de la ciudad de Córdoba, o en La Perla, camino a Carlos Paz.

Apenas se saca para que la cooperativa siga funcionando (en un galponcito de la escuela), pero esperan que la cosa mejore, haya más trabajo y se pueda sumar gente.

Antes de andar en la calle, pasando el día sin hacer nada, prefiero venir acá”, dice Lucas, de 17 años, siete hermanos y secundario sin empezar. Junto a Adrián y Lucas, lo aprendido en la escuela también le sirvió para hacer changas de jardinería.

Israel tiene 15 años, y va cabeza a cabeza en el ranking de cantidad de hermanos: 14. Dos de ellos trabajan. El padre es albañil. Israel abandonó en el primer año del secundario. Pero quiere seguir en la cooperativa.

Y si le llega la beca que le prometieron hace un año, mejor todavía.

Edgardo Litvinoff
Fuente: www.lavoz.com.ar

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