Editorial
Se
llevó a cabo en esta ciudad una reunión donde estaban representadas las
autoridades municipales, del Consejo Escolar y la Jefatura de
Inspección, respondiendo a una circular del director general de Cultura
y Educación de la provincia.
El motivo de la misma fue aunar
criterios en orden a la constitución de las unidades funcionales de
distrito o unidades de planificación del desarrollo educativo
distrital, vinculadas con dos vertientes: la necesidad en materia de
infraestructura y el aspecto pedagógico.
Una tiene que ver con la
edificación, equipamiento, confortabilidad, que hace al ambiente físico
donde se desarrolla la tarea y la otra a los contenidos de la
enseñanza, la disciplina, el orden.
En el primero se puede hablar
de unidades de planificación distrital. En cambio, en lo pedagógico
tienen que cumplirse los lineamientos que se diseñan a nivel de toda la
provincia, para no decir de todo el país.
Hay temáticas como la
importancia y el valor que se tiene sobre el ser nacional, los símbolos
patrios, el respeto a las leyes, que no se pueden dejar librados a la
interpretación de cada distrito.
En cambio, puede ser muy
conveniente en el aspecto de la infraestructura. Porque las necesidades
que tienen los establecimientos escolares se pueden solucionar con un
trabajo planificado de control a nivel local.
Para eso se crearon
los consejos escolares en cada partido. No solamente como entes
burocráticos, sino como receptores de inquietudes, para constatar
deficiencias estructurales, y tratar de solucionarlas administrando los
fondos destinados a esos fines.
En la actualidad los consejos
escolares no disponen de fondos para atender a los diversos
requerimientos, por lo tanto son meros agentes administrativos -según
lo expresó una consejera-. Quienes tratan de suplir esa función son las
cooperadoras escolares. Sin perjuicio de que muchas veces se ven
acotadas por falta de recursos están suplantando a otros organismos
cuando se rompen vidrios, un baño o una cañería, la luz, carencias de
pintura, etcétera.
Las cooperadoras escolares cumplen dicha
misión, pero la realidad significa que se generan desigualdades porque
es muy diferente lo que pueda hacer una cooperadora de una escuela
ubicada en una zona residencial, con respeto a otra que está
conteniendo a los chicos en un barrio carenciado. En el primer caso
tienen mayores fondos y contribuyen más para que sus hijos concurran a
un establecimiento escolar limpio, ordenado, que funcionen todos los
elementos. En el otro los directivos se tienen que arreglar como
puedan, pues los padres integrantes de la cooperadora tratan de
subsistir ellos.
En un sistema en el que la enseñanza debe ser
gratuita y obligatoria, todos los chicos deben tener las mismas
posibilidades de confort y de enseñanza, sin discriminaciones, con
igualdad de oportunidades.
Por eso tienen que funcionar los
consejos escolares, las unidades de planificación del desarrollo
educativo distrital, para que no existan diferencias entre los alumnos
de distintos establecimientos escolares.
Si ese es el pensamiento del director general de Cultura y Educación merece apoyarlo.